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VII Feria de Alfarería tradicional


La VII Feria de Alfarería tradicional se celebra hasta el 29 de mayo en el CMAE con dos exposiciones

  • Una de ellas está dedicada a los grandes contenedores, 50 grandes vasijas de gran valor cultural. Destaca una tinaja de El Toboso (Toledo) de 185 cm de altura, de época cervantina, fabricada en el siglo XVII: es la mayor pieza de barro que se ha visto en Avilés.

  • La segunda exposición es una de las más importantes muestras fotográficas sobre “Tinajas, tinajeros y bodegas (1871- 2015)”

Las Séptimas Jornadas de Alfarería, Avilés 2015 se celebran desde el 29 de abril en el Centro Municipal de Arte y Exposiciones (CMAE). En este espacio expositivo podrá visitarse hasta el 29 de mayo la exposición «ALFARERÍA TRADICIONAL DE ESPAÑA: grandes contenedores» y la muestra fotográfica «Tinajas, tinajeros y bodegas».

La apertura al público de estas exposiciones está prevista para el miércoles, 29 de abril, a las 19 horas. Habrá una visita guiada a ambas muestras a cargo de sus comisarios: EQUIPO ADOBE y Ricardo Fernández.

La primera muestra trae a Avilés a 50 gigantes de barro. Está compuesta por vasijas de mayor y menor tamaño elaboradas fundamentalmente por tinajeros urdiendo gruesos cordones o ensamblando secciones de barro. Destaca una tinaja de El Toboso (Toledo) de 185 cm de altura, de época cervantina, fabricada en el siglo XVII: es la mayor pieza de barro que se ha visto en Avilés.

También se exhibirán tinajas, orzas y barreños que proceden de colecciones nacionales como la del EQUIPO ADOBE, un clásico en las jornadas, y nuevamente recompensado su trabajo con el reconocimiento de Premio Nacional de Cerámica 2015, en la Modalidad de Investigación Histórica y/o Etnológica, convocados por la Asociación Española de Ciudades de la Cerámica (AeCC).

La muestra incluye piezas del prestigioso coleccionista Ignacio Martín-Salas Valladares, investigador, autor de numerosas publicaciones sobre alfarería y diplomado en Anticuariado por la Universidad de Alcalá de Henares. Y excepcionales vasijas gallegas de la Colección Rosa Carballés.

Muestra fotográfica Tinajas, tinajeros y bodegas (1871- 2015)
En cuanto a la muestra fotográfica Tinajas, tinajeros y bodegas, son 50 instantáneas que abarcan un periodo que va desde 1871 hasta 2015, y sirven como homenaje a todos los artífices de estos descomunales contenedores. Muestra en Avilés la vida de tinajas, tenajas, tenaxas, tenagas, tenallas, que nacen en la pila de barro y van tomando forma con el urdido estático (el tinajero es quien gira alrededor de la pieza) en «la nave», lugar donde se fabrican, hasta finalizar el modelado, proceso que puede durar varios meses.

Son fotografías cedidas para esta exposición por instituciones como el Museo de Bellas Artes de Murcia con una imagen de transporte en carro de tinajas tomada en 1871, o el Museo Municipal Ulpiano Checa, en Colmenar de Oreja (Madrid) con diversas emulsiones en placa de vidrio realizadas en 1895, que muestran procesos técnicos relacionados con las tinajas y que tienen un valor incalculable.

O las cedidas por el Centro Buñuel Calanda, en Teruel, tomadas hacia 1900 por Leonardo Buñuel, padre del cineasta Luís Buñuel que muestran hornos, ferias y mercados tinajeros, o de la Casa del Rey del Ayuntamiento de Arganda, en Madrid, o de la Real Fábrica de Paños de Carlos III de Brihuega, en Guadalajara, reconvertida en bodega.

Y aquellas escenas inmortalizadas de mediados del pasado siglo e imposibles hoy, salvaguardadas por el Centro de Interpretación de la Alfarería Tinajera, en Villarrobledo (Albacete), centro que se ha volcado con las Jornadas avilesinas. De esta misma localidad albaceteña —donde se fabricaron las mayores tinajas del mundo—, llegan imágenes de los tinajeros en activo Tomás Gómez, de Tinajas Orozco y Juan Padilla, de Tinajas Padilla.

Otras imágenes, estas con premio, son las del fotógrafo Severiano Delgado Gamo, Premio Nacional de Fotografía en el apartado de las Artes Populares, promovido por el Ministerio de Cultura, en los años 1985 y 1987.

Una exposición, en definitiva, de piezas espectaculares, como el traslado de tinajas crudas de quinientas arrobas de capacidad (la arroba, @, equivale a 16,133 litros de vino ó 12,563 litros de aceite), desde dicha nave hasta el interior del horno, utilizando para ello la «madrina», conjunto de veinte ramales unidos a una cuerda gruesa de esparto con el que otros tantos hombres, guiados por un capataz, izaban e introducían las enormes piezas de más de cuatro metros de altura y de dos de diámetro y un grosor de pared de cinco centímetros, en el interior del horno —intercalando entre el ramal y el hombro una piel de cordero para no hacerse daño—, hasta completar la hornada con nueve tinajas de estas medidas y otras piezas menores para rellenar y aprovechar el espacio.

Los mayores hornos tinajeros, monumentos arquitectónicos, alcanzaban una temperatura de 1000 ºC tras veinticuatro horas de cocción, utilizando como combustible monte bajo. Sus dimensiones, acordes con la de las tinajas, eran descomunales, con una boca de cinco metros de altura y tres de ancho, mientras que el interior medía ocho metros de altura y seis ó siete de lado (más de trescientos metros cúbicos. Los antiguos hornos de los alfares en Asturias tenían una capacidad de unos dos metros cúbicos). La pared, con un ancho cercano a los dos metros, aislaba perfectamente el calor del fuego que se generaba debajo de este habitáculo, en la caldera, y que ascendía por treinta y seis lumbreras u orificios practicados en la solera del horno.

Igualmente se puede ver la técnica del «empegado» (pez derretida con la que se embadurna el interior de la pieza tras el paso por el fuego para impermeabilizar las paredes), los mercados donde se vendían, el transporte a los lugares de destino y su reposo en las bodegas en las que aún hoy, majestuosas y vetustas, semienterradas o engarzadas en pasarelas, siguen en pleno funcionamiento destinadas a los más exclusivos vinos.

Fragmentos de vida detenidos en otros tiempos que se podrán ver en el CMAE de Avilés para descubrir el sorprendente mundo de las tinajas, gigantes que nunca habitaron en Asturias.

Como todo espacio que el ser humano puede «abarcar emocionalmente», dándole en ocasiones significados simbólicos y místicos, alejados del uso material para el que fueron creados, la cavidad interior de las tinas, además de para el almacenamiento, también sirvió como urna funeraria y como recipiente de las provisiones «para la otra vida» en culturas como la egipcia, la fenicia, la argárica ibérica, o en culturas incas del valle del Cuzco, en la mesoaméica maya o en la cultura azteca.


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